sábado, 13 de junio de 2009

El reino de las cabras...



Los seres humanos han huido como unos excrementos incontrolados. Cuando pienso en esos trozos de mierda sin control, me remonto a las madres de los judíos cagándose encima literalmente. No controlaban sus excretos cuando oían los gritos de sus hijos en las cámaras de gas. Ellas serían las siguientes...


Y mientras tanto, las cabras han llegado como algo que sube reptando a una barandilla por la noche primordial. Contemplan la luna y las estrellas. Buscan respuestas y beben café mientras se pulverizan y sienten arcadas...

No somos muy diferentes a ellas. Escalamos mientras aplastamos al contrario sin dejar de mirarle a los ojos. Parimos mano de obra como si fuéramos ratas: carne de centros comerciales y pasto de parques de atracciones. Y cuando nuestros retoños comienzan a generar vello púbico, definitivamente, los educamos para que hagan carne de hamburguesa con sus cerebros...

¿Nos reproducimos por egoísmo o instinto?
¿Hay algo más allá de la carne y el hueso?
¿Porqué tenemos que ser unos esclavos?
¿Los manicomios se exhiben?

Vivir para morir en un mundo de abundancia donde hay hambre, donde el aborto es negocio y los últimos años de nuestros ancianos también. Cuerpos gordos y desnudos descansan. Se pudren lentamente cada noche sin saber que son esclavos de sus trabajos y de ellos mismos. Somos "la sucia masa" dice el club Bilderberg mientras hace una mueca detrás de nuestra propia sombra...

¿Donde habita la filosofía de los nativos americanos?
¿Cómo podemos asesinar a millones de ordenadores?
¿Donde nacen los empleos ancestrales?
¿Donde están nuestros dioses?

20.000 o 30.000 años antes de nuestra era los dioses nos abandonaron para dedicarse al ocio. Dejaron a los sacerdotes con los símbolos, pero no hicieron caso a los dogones de Malí y eso que lo dejaron en la piedra: "cuando bajen nuestros dioses hay que huir"...

Lo que no podían imaginarse es que no solo huiríamos de los dioses, también de nosotros.

Dejemos paso al reino de las cabras...